A ver si les gusta esta, ya que ni pescaron la del número /52/, parece que la encontraron muy mala o les dio lata leerla. :(

Bueh, esta es la clasificatoria, por si les interesa. A mi en realidad no me gusta, pero será.

En el Bus

Estoy en el bus hacia Sao Paulo y me indigna el hecho que tengo que pasar tres días y dos noches sentada y con las rodillas dobladas. Y que tengo que pasar por Argentina, donde si no lleváramos los bien valorados hoy en día pesos chilenos, hasta nos lapidarían. Pero me reconforta el hecho de que podré comprar el Clarín y chocolatearme el estómago a precio barato.
De compañía llevo a mi mamá y a su hermana, una tía que mientras menos habla, más simpática la encuentro. También viene mi hermana y una prima, pero esas son más piolas, no me desconcentran mientras miro el paisaje, y el paisaje y el paisaje.
De aburrida saco mi instantánea y enfoco un algo sin sentido. Y rostros. Desde que ví Almost Famous me creo Penny Lane, así que mientras saco fotos canto Tiny Dancer y meneo los risos.
En los primeros asientos hay cuatro veinteañeras amiguis de cabeza oxigenada, aparentemente por dentro y por fuera. Hablan idioteces al por mayor y en voz alta, lo suficiente para ponerme de malas y querer cambiar de asiento. Una se para al baño y cuando vuelve escucho que le comenta a las otras que atrás vienen unos minos súper encachados y que a la noche podrían carretiar con ellos. Me parece que es un abuso y una falta de consideración con el resto de nosotros, los pasajeros normales que queremos un viaje lo más tranquilo posible. No es fácil estar quieto durante tantas horas sin terminar con la psiquis dañada. Me pueden tildar de arcaica, pero eso de molestar a otros en un espacio tan reducido me altera.
Al medio del bus hay una pareja de chilenos que viven en Brasil, se les nota a leguas, y además escucho sus conversaciones. Eso de hablar en portuñol o espagués es tan típico de la idiosincrasia chilensis, basta con que salgan un par de años del país que ya vuelven hablando con otro acento. Si no me creen, escuchen a los futbolistas.
El azafato del bus se digna a apagar la radio con cumbiancheras y poner una peli. Nos pregunta a los de los primeros asientos que cuál maravilloso VHS preferimos; Duro de Matar II o Shrek. Elijo mirar por la ventana hasta quedarme dormida.
Un sol, sin nubes que molesten, calienta la parte delantera de mi cuerpo congelada con el aire acondicionado que de seguro muy perspicazmente activó el auxiliar del bus. El tipo las ha adivinado todas!, aunque creo que todavía no siente el olor a cigarro que llega desde atrás.
A la mañana del segundo día mi aliado viene con un pelo y el café está demasiado oscuro. Y vuelve a sonar la música, pero esta vez es tarapaqueña. El notición del día es que nos podremos bañar en la siguiente parada, y almorzar en un restaurante comida de verdad. Si no fuera porque llueve torrencial estaría más animada.
Cuando llegamos a la frontera de Argentina con Brasil hay que reportarse en la policía. Nos llevan en fila casi de la mano unos con otros, por prevención. Han habido asaltos a buses completos por esos lares, así que mientras más rápido sea el trámite, mejor.
Ya de vuelta y a salvo en el bus, el auxiliar nos avisa que no habrán más detenciones hasta arribar a destino. Yo contenta, cierro los ojos y sólo despierto para ver el letrero verde que dice ‘Bemvindos à Sao Paulo’.